Joan, age 50

Durante toda mi infancia siempre escuché a mi madre y mi abuela hablar de la "maldición de los Morgan": después de una cierta edad las mujeres en la familia se ponen gordas. Mis cuatro hermanas y yo éramos delgadas cuando jóvenes y luego, al llegar a la mediana edad, el peso empezó a acumularse. ¡Nos tocó la "maldición de los Morgan"!

Por supuesto, no era en realidad una maldición familiar. Pero durante el transcurso de una década subí alrededor de 10 libras al año (menos de una libra al mes). Cuando cumplí 51 años había aumentado casi 100 libras.

Como al crecer siempre había sido delgada, nunca tuve que pensar qué comía, cuándo comía ni por qué comía, ¡nunca! No comía según cómo me sintiera emocionalmente. Simplemente no me daba cuenta de que lo que comía era muy poco saludable. Yo crecí en las afueras de Filadelfia y comía Philly cheese steaks (emparedados de carne y queso) todos los días para el almuerzo. ¡Eso era lo que hacíamos!

Cómo lo hice

En el otoño del 2005 me inscribí en un programa para bajar de peso en internet y allí fue cuando comencé a aprender la importancia de comer cosas saludables, como frutas y verduras. Luego, en la primavera del 2006 pasé un fin de semana autoevaluándome e identificando las cosas que necesitaba cambiar. Después de mi fin de semana de introspección decidí dejar de beber vino. Luego me puse a ver seriamente lo que comía.

Para ello me volví muy consciente (y así me he mantenido hasta ahora) de lo que comía. Comencé a seguirle la pista a lo que estaba comiendo. Además de estar mas pendiente me empecé a hacer diariamente varias preguntas, y aún lo sigo haciendo, como "¿realmente quiero esto?" "¿Me alejará de mis metas?" "¿Vale la pena comer un postrecito o un chocolate?" Por lo general, la respuesta a esa pregunta es "no".

Una vez que logré controlar mi consumo de alimentos, empecé a caminar tres a cuatro millas casi todos los días. Cuando llegaba el invierno y estaba demasiado oscuro o demasiado frío para caminar afuera, hacía ejercicios aeróbicos y levantamiento de pesas adentro. Comer en forma saludable y hacer ejercicio realmente me ayudó a asociar lo que comía con la cantidad de ejercicio que tenía que hacer para quemar las calorías.

Se puede bajar de peso si se tiene paciencia y si se hace del ejercicio una prioridad en la vida y no algo que solo se hace cuando es conveniente. Se requiere de disciplina y fuerza de voluntad, pero yo soy la prueba viviente de que es posible.

El desafío mayor

Me gustaría llegar a pesar 135 libras, ¡pero tampoco estoy dispuesta a morir de hambre para lograrlo! Mantener la continuidad del ejercicio ha sido mi mayor desafío, luchar contra el conformismo y seguir adelante.

Cómo evito volver a aumentar el peso

No he llegado a mi peso ideal, pero estoy bien donde estoy. No tengo planes de volver a ser como era antes. No pongo excusas de por qué como de la forma que como. Me gusta la manera de comer que tengo ahora.

Lo más emocionante

¡Mi nivel de energía se ha disparado! La gente me dice: "¡Te ves 10 ó 15 años más joven!" Todo el mundo quiere saber cómo lo logré. ¡Me encanta decirle a la gente que he bajado de peso con un sistema revolucionario que consiste en comer menos y hacer más ejercicio!