La biografía de Roosevelt
Roosevelt es indoamericano, miembro de la tribu Sioux Oglala y tiene daño pulmonar permanente. Nunca ha fumado cigarrillos, pero durante 11 años trabajó en un casino donde se permitía fumar. Después de aspirar el humo de otras personas a diario, Roosevelt comenzó a tener ataques de asma frecuentes provocados por ese humo de segunda mano. “Podías ver el humo que flotaba dentro del casino”, recuerda.
Mientras trabajó en el casino, notó más cambios en su salud. Además de los ataques de asma, comenzó a tener problemas frecuentes de irritación de los ojos, dolores de cabeza, alergias, infecciones del oído, sinusitis y bronquitis. Con el paso de los años, los síntomas empeoraron. “Un resfriado común se convertía en neumonía y yo terminaba en la sala de emergencias”, dice. “Durante una de estas visitas, un médico que estaba mirando las radiografías de mis pulmones comentó que yo tenía pulmones de una persona que fumaba mucho. Le dije, ‘no he fumado ni un solo día en toda mi vida!’”.
Como muchos fumadores, Roosevelt comenzó a probar los cigarrillos en la adolescencia. Pero su adicción se arraigó mientras prestaba el servicio militar. Casi 30 años después, el daño del cigarrillo comenzó a sentirse. A los 45 años, Roosevelt sufrió un ataque cardiaco que lo tuvo hospitalizado por un mes. Para reparar el daño que el cigarrillo le causó, los médicos le implantaron stents en el corazón. Cuando eso ya no fue suficiente, le realizaron una cirugía de derivación, en total fueron seis derivaciones (bypasses).
“Un ataque cardiaco se siente como si tuvieras una mano adentro que te estruja el corazón”, cuenta. “Es como el peor calambre que puedas imaginar, pero en el corazón”. Para Roosevelt los cigarrillos fueron tan adictivos que incluso después de la cirugía siguió fumando, pero notó una diferencia alarmante.
“Después del ataque cardiaco, cuando fumaba podía sentir el daño directamente en el corazón”, cuenta. “Con todo ese tejido cicatrizado, sentía dolor cuando inhalaba el humo. Dejé de fumar porque no quería matarme”.
Ahora, a los 51 años, Roosevelt lleva 3 años sin fumar, pero tuvo que dejar su trabajo de plomero comercial porque su corazón ya no es lo suficientemente fuerte como para soportar la actividad extenuante que esa labor requiere. Confiesa que el amor, el apoyo y el constante acoso de su familia fueron clave para que pudiera dejar de fumar.
“Si tienes seres queridos que se preocupan por ti, te apoyarán. Hazlo de día a día”, dice Roosevelt. “Pero si fumas y quieres llegar a la graduación de tus hijos y quieres conocer a tus nietos algún día, deja de fumar”.
Roosevelt espera que su participación en la campaña Consejos de exfumadores® pueda ayudar a salvar vidas. “Quisiera no haber fumado nunca”, dice. “Todos piensan que a ellos no les va a pasar, pero los problemas de salud afectan a muchas personas. Tú podrías ser el próximo”.
Roosevelt, 51 años, Virginia; tuvo un ataque al corazón a los 45 años
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- Oficina de Tabaquismo y Salud, Centro Nacional para la Prevención de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud,
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